viernes, 1 de enero de 2010

Siesta con mi abuela

Me acuesto un ratito junto a ella, lo más cerquita que puedo, paso mi brazo por sobre su cintura sientiendo las curvas que alguna vez supieron ser, siguiendo con el antebrazo el ritmo que marca su respiración al compás de sus pulmones ajetreados. La escucho a pesar del sueño, quejarse de los dolores de turno, del paso del tiempo y del viejo. Después de tirar alguna sabia declaración, anuncia que es hora de descansar los ojos un ratito, me saca los anteojos, y le agarro su mano suave pero curtida.
Duermo tranquila porque duermo con ella.
Me despierta después de un tiempo prudencial, cebándome mate en la cama. Y entonces es invitable preguntarme cómo permití que pasara tanto tiempo sin dormir una siesta con mi abuela.

No hay comentarios: