viernes, 15 de enero de 2010

Redireccionando

Hubo una vez que mis intenciones tropezaron conmigo misma. Yo me enojé mucho con los hechos que se pelearon con mis emociones. En medio de ese caos mental le eché la culpa a mi vida y le reclamé a mi pasado, me hice mil preguntas y enemistada con mi mundo decidí navegar mi inconciente buscando respuestas y soluciones a mis dificultades, mis carencias y mis defectos.
No preparé ningún bolsito, ni saqué pasaje. Un día, no sé bien cuándo, me di cuenta que estaba en ese viaje. Fue como tirarme en gomón a un arroyo, bordeado por arboledas de muchos metros de altura y con un cielo encapotado. Transcurriendo en el tiempo, suspendida, propulsada por una fuerza motivada en encontrar soluciones y respuestas.
La mayor parte del viaje estuvo nublado, hubo chaparrones y lluvias pero siempre que fue necesario salió el sol: Alguno o algunos de todos los soles de personas que me rodearon y me rodean a pesar y a través de mi viaje, ayudándome a tolerar el ambiente pesado y húmedo que me fastidiaba.
Por momentos me dejé vencer por el cansancio y la frustración, pero siempre alguna corriente de aire fuerte se encargó de empujarme lo suficiente para restarme comodidad y recordarme mi misión.
Algunos saltos me desestabilizaron en más de una oportunidad.
No sé cuántos días pasaron, ni si fueron tantos, sé que los hubo arduos, intensos... y de repente un día me di cuenta que a las razones de mis defectos las había dejado de buscar cuando los asumí  (aunque los siga cuestionando), y más tarde dejé de lado las razones de mis carencias, cuando entendí que tengo cómo compensarlas y que no son eternas. Seguí negándome a aceptar mis dificultades, y me empeñé en buscar soluciones... hasta hace poco que se me ocurrió dejar de buscar un rato y pensar nuevas estrategias.
No tardé en agarrarme fuerte de una rama que sobresalía de los arbustos y soltar al gomón, con la torpeza que me caracteriza me subí a la rama, miré en todas las direcciones y me formulé una nueva pregunta sin respuesta: ¿Por qué buscar ahí? De inmediato se sucitó una nueva pregunta: ¿Por qué buscar?
Me bajé de la rama y me recosté cómodamente sobre una piedra, a pensar un buen rato. Después me adentré por los árboles y descubrí que la gran arboleda bloqueaba a mis soles.
De repente es verano y disfruto cada instante de soles. Me reencontré con algunos y conocí nuevos, de los que brillan mucho y quiero que sea para siempre. Decidí quedarme un tiempo recargando energías para mi nuevo viaje. Comprendí que a mis dificultades las puedo vencer si me lo propongo, y sólo depende de mi voluntad. No importa dónde ni sé cuándo, pero las respuestas me van a ir encontrando a mí, si me dejo encontrar en la vereda del sol. Cuando sea el momento voy a volver a andar, esta vez a pie, cerquita de mis soles, y esperando a alguien que quiera caminar conmigo y encontrar juntos una nueva dirección.

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