
Desde aquel primer día de clases de salita turqueza que te invité jugar. Siempre fuiste mi princesa, que detrás del gordo puto y degenerado, escondía fragilidad y angustia. El tiempo nos distanció un poco, aunque así no lo quisimos, para luego volver a juntarnos y unirnos más que nunca antes. Y a pesar de que siempre fuiste vos quien
pareció necesitar de mí, soy yo quien te necesita como a nadie. No te das una idea de cuánto. Te amo y necesito para siempre princesa. Y aunque te cueste ponerlo en palabras, sé que es mutuo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario