jueves, 16 de octubre de 2008

¡Buenos días princesa!

Así te dije cuando me despertaste el lunes. Y no sé por qué te sorprendiste, si siempre fuiste princesa. Las palabras no tienen género, o al menos no deberían tenerlo. Si te calza princesa, ¿Por qué debería decirte prínicipe?

Desde aquel primer día de clases de salita turqueza que te invité jugar. Siempre fuiste mi princesa, que detrás del gordo puto y degenerado, escondía fragilidad y angustia. El tiempo nos distanció un poco, aunque así no lo quisimos, para luego volver a juntarnos y unirnos más que nunca antes. Y a pesar de que siempre fuiste vos quien pareció necesitar de mí, soy yo quien te necesita como a nadie. No te das una idea de cuánto. Te amo y necesito para siempre princesa. Y aunque te cueste ponerlo en palabras, sé que es mutuo.

No hay comentarios: